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01 octubre, 2025

 

Modelo Lippitt-Knoster

 


Diversos estudios empíricos (Kotter, 2012; McKinsey & Company, 2020) coinciden en un dato inquietante: entre el 60% y el 70% de las iniciativas de cambio a gran escala fracasan. Las organizaciones invierten millones en procesos de transformación que terminan convertidos en ejercicios costosos de buenas intenciones. Surge la pregunta inevitable: ¿por qué fallan los procesos de cambio?

Los seis elementos del cambio. 


1. Visión: No basta una declaración aspiracional. La visión debe inspirar y orientar, funcionando como lo que Collins y Porras (1994) llamaron un BHAG (Big Hairy Audacious Goal): un objetivo grande y retador que responde con claridad al “¿hacia dónde vamos?”.

2. Consenso: Más que acuerdo superficial, implica lo que Senge (2006) describió como alineación profunda: cuando los miembros comprenden la necesidad del cambio y se comprometen con él. La diferencia entre cumplir y realmente creer.

3. Habilidades: La Capacidad de Ejecución. El conocimiento por sí solo no basta. Pfeffer y Sutton (2000) mostraron que existe un gap entre saber y hacer, que solo se supera con el desarrollo deliberado de competencias técnicas y conductuales.

4. Incentivos: La energía que impulsa. Las recompensas deben estar en sintonía con los comportamientos esperados. De lo contrario, ocurre lo que Kerr (1975) describió como “la locura de recompensar A mientras se espera B”.

5. Recursos: El Combustible de proceso. Tiempo, presupuesto, tecnología y talento constituyen la infraestructura del cambio. En la práctica, lo que no se financia no se prioriza 

6. Plan de Acción: La Ruta Concreta. La estrategia debe traducirse en tácticas específicas, medibles y temporalizadas. Es la diferencia entre tener un destino y saber cómo llegar.

Las Seis Patologías del Cambio Incompleto. 


La utilidad del modelo Lippitt-Knoster no está solo en señalar qué se necesita, sino en diagnosticar por qué se fracasa. Cada elemento que falla, genera una patología específica.
 
  1. Sin Visión → Confusión: Los equipos deambulan sin propósito claro
  2. Sin Consenso → Sabotaje: Resistencia activa o pasiva de stakeholders clave
  3. Sin Habilidades → Ansiedad: Estrés derivado de expectativas sin capacidades correspondientes
  4. Sin Incentivos → Resistencia: Comportamientos que perpetúan el status quo
  5. Sin Recursos → Frustración: Ambiciones que chocan contra limitaciones materiales
  6. Sin Plan de Acción → Falsos Comienzos: Iniciativas que se diluyen en la operación cotidiana

Implicaciones Estratégicas: Más Allá del "Qué" y el "Cómo"


La genialidad del modelo Lippitt-Knoster está en recordarnos que el cambio no depende de un solo factor. Se trata de una red de elementos técnicos y humanos que deben estar simultáneamente presentes y operar en sincronía.

Esto obliga a los líderes del cambio a ampliar su foco: no basta con decidir qué cambiar y cómo implementarlo; también importa el por qué (propósito), el quién (personas y capacidades) y el con qué (recursos).


El Cambio Como Sistema, No Como Evento

El modelo Lippitt-Knoster nos recuerda que el cambio organizacional no es un evento aislado, sino un sistema complejo. Intentar transformarlo sin todos los engranajes es como pretender que un reloj funcione sin piezas clave: técnicamente imposible y prácticamente frustrante.

Como advirtió Peter Drucker: “La cultura se desayuna a la estrategia cada mañana”


Referencias:


Collins, J. C., & Porras, J. I. (1994). Built to Last: Successful Habits of Visionary Companies. Harper Business.
Kerr, S. (1975). On the folly of rewarding A, while hoping for B. Academy of Management Journal, 18(4), 769-783.
Kotter, J. P. (2012). Leading Change. Harvard Business Review Press.
McKinsey & Company. (2020). The State of Organizations 2020.
Pfeffer, J., & Sutton, R. I. (2000). The Knowing-Doing Gap. Harvard Business School Press.
Senge, P. M. (2006). The Fifth Discipline (Revised ed.). Doubleday.

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01 septiembre, 2025

 

Intento de robo del buque cablero Living Stone en La Naval (2017)


Ayer comentaba cómo un conductor, que siguió ciegamente las indicaciones de su GPS, atascó un camión en una pista forestal y posteriormente se dio a la fuga. No sé por qué, pero esa noticia me ha traído a la memoria otra historia, quizá aún más surrealista: la de unos empleados muy voluntariosos que intentaron robar un barco. Y creo que merece ser contada.

Contexto: La Naval, DEME-Tideway y el Living Stone

El Living Stone es un buque cablero multipropósito encargado en enero de 2015 por la compañía holandesa Tideway (filial del grupo belga DEME) al astillero La Naval de Sestao (Vizcaya). Se trataba de un encargo cuya entrega estaba prevista para el primer semestre de 2017.

Cumplido el plazo de entrega, el barco distaba mucho de estar finalizado: aún quedaban entre seis y siete meses de trabajo debido a los continuos retrasos. En paralelo, La Naval atravesaba una grave crisis financiera: había entrado en preconcurso de acreedores con un pasivo de 150 millones de euros y debía declararse en concurso formal antes del 7 de octubre de 2017.

Los armadores temían que la suspensión de pagos paralizara indefinidamente la construcción. En el caso de Tideway, la preocupación era máxima: el Living Stone podía quedar atrapado en el concurso, sin poder terminarse ni recuperarse, y sin derecho a penalizaciones por retrasos. Ese callejón sin salida dio lugar a un insólito incidente en septiembre de 2017.

El intento de robo nocturno (20 de septiembre de 2017)

En la noche del 20 al 21 de septiembre de 2017, seis operarios vinculados a Tideway accedieron clandestinamente al muelle de La Naval y subieron a bordo del Living Stone con la intención de llevárselo ría abajo.

La escena parecía sacada de una película de robos. En plena oscuridad, un equipo de 6 personas, comenzaron a cortar cabos y conexiones que mantenían al buque sujeto al muelle. El plan era remolcarlo de forma encubierta, aprovechando que ya había sido botado el año anterior, aunque aún no estaba terminado ni entregado.

En las cercanías de Santurtzi aguardaban dos remolcadores belgas, llegados desde Holanda, dispuestos a sacar el barco al mar. No obstante, carecían de autorización para operar en la ría, donde solo la flota local de Bilbao puede realizar maniobras de este tipo.

Los vigilantes de seguridad descubrieron la maniobra alrededor de medianoche, cuando observaron cómo se cortaban los amarres y la escala de acceso. Alertaron al comité de empresa y a la dirección, y estos a la policía.

En pocos minutos, representantes sindicales, trabajadores y agentes de la Ertzaintza irrumpieron en el muelle y sorprendieron a los intrusos in fraganti. Ya solo quedaba un cabo por cortar cuando se frustró el plan. Si hubieran soltado ese último amarre, el Living Stone habría quedado a la deriva en la ría del Nervión, pues los remolcadores aún no habían subido hasta Sestao.

La intervención policial abortó el intento de robo. Los técnicos habían retirado la pasarela, por lo que fue necesario incluso emplear una grúa para bajarlos del buque. El representante local de Tideway supervisaba la operación desde tierra firme.

Intervención policial e identificación de los responsables

La Ertzaintza identificó a todos los implicados: los seis operarios a bordo y el representante del armador en tierra. También constató que los remolcadores extranjeros habían solicitado atracar en Santurtzi sin declarar sus verdaderas intenciones.

La Naval presentó denuncia formal contra DEME-Tideway y los sindicatos anunciaron que podrían sumarse como parte acusadora. El comité calificó la maniobra de “hecho gravísimo”, denunciando el peligro generado para la seguridad de los trabajadores y el tráfico marítimo.

El alcalde de Sestao calificó el episodio de “kafkiano” y “ridículo”, por la temeridad de actuar por la fuerza mientras aún se negociaba. DEME, por su parte, intentó minimizar el incidente alegando que fue una “decisión unilateral” de su representante en Euskadi. Tras el escándalo, La Naval prohibió la entrada a cualquier empleado del armador hasta que se aclarasen responsabilidades.

Consecuencias legales y económicas del intento de robo

Legalmente, el caso derivó en diligencias penales. Las actuaciones podían encuadrarse como delitos de hurto, usurpación o incluso contra la seguridad marítima. Aunque el desenlace judicial no trascendió, el intento de “robar” un barco en construcción dañó seriamente la reputación de La Naval.

Además, los operarios saboteadores provocaron cortes en instalaciones eléctricas y de gas, lo que retrasó aún más los trabajos.

Económicamente, el suceso precipitó un acuerdo de urgencia: La Naval y DEME-Tideway pactaron terminar el Living Stone fuera del astillero, en un muelle de Santurtzi. DEME pagó unos 10 millones de euros, que sirvieron para abonar nóminas atrasadas y pagar a proveedores. A cambio, se garantizó la participación de la plantilla de La Naval en la finalización del buque, con supervisión del Gobierno Vasco.

Finalmente, en 2018 el Living Stone fue entregado y entró en servicio en proyectos internacionales de instalación de cables submarinos. Tiene una eslora de 161 metros y una manga de 32,20 metros.


Dos ideas para reflexionar

  1. El golpe en la mesa: entre la valentía y el riesgo. En ocasiones, una negociación bloqueada solo avanza cuando alguien se atreve a dar un paso drástico, un “golpe en la mesa” que rompe la inercia. Ese gesto puede nacer de la desesperación o de la convicción, y a veces consigue abrir caminos que parecían cerrados. Pero no hay que olvidar que es un arma de doble filo: lo que puede convertirse en un punto de inflexión hacia la solución también puede acabar dinamitando cualquier posibilidad de acuerdo. La lección está en medir el momento, el alcance y las consecuencias antes de lanzarse.
  2. Cuando la lealtad empuja más que el miedo. El episodio del Living Stone revela algo profundo: hay trabajadores capaces de jugarse la piel por su empresa. ¿Qué les mueve a hacerlo? ¿obediencia, presión, orgullo, lealtad, sentido de pertenencia, pura necesidad de actuar...? Una acción como el robo del Living Stone tiene un aire de épica: mientras dura, se vive como un acto heroico. Pero si la jugada fracasa, la épica se desvanece y aparece el sálvese quien pueda: distancias, negaciones y dedos que señalan a un único culpable. 

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31 agosto, 2025

 

Yo no he sido, ha sido Google


 


Noticia impactante,  ¡un tráiler se atasca en pleno monte tras recorrer 4 kilómetros por una pista forestal! 

El camión venía desde Madrid con destino a Orozko, transportando una plaza de toros desmontable. El conductor siguió al pie de la letra las indicaciones de Google Maps… ¡hasta quedarse varado en una curva del Parque Natural del Gorbea! tras 4 km conduciendo por pistas forestales.

El aprendizaje es claro: en tu trabajo puedes (y debes) usar tecnología  -el GPS para conducir, la inteligencia artificial para redactar demandas, informes o recursos-, pero tú eres quien está al mando. No hay excusas.

El otro día un amigo me contaba que tienen una tanda de alumnos en prácticas, uno de ellos era el más eficiente: utilizaba una IA generativa para presentar recursos. ¿El problema? ¡Se inventaba referencias legislativas que no existen! Como decía Umberto Eco, “la abundancia de información no es sinónimo de conocimiento”. En un mundo lleno de datos, necesitamos criterio para separar lo válido de lo falso.

Yo aprendí esto de mi padre, cuando aún se usaban mapas de papel o, en su defecto, se preguntaba a la gente. Él siempre me decía: “cuando te pregunten una dirección, si no lo sabes, por favor no contestes”. Y yo, cuando alguien me pedía una dirección (ahora ya todo el mundo confía ciegamente en el GPS), solía responder: “Siga por esta calle, gire a la derecha y, cuando llegue a un cruce, vuelva a preguntar”.

Pero esta noticia también tiene un lado laboral. La información publicada nos permite ver el comportamiento de los implicados:

  • El conductor: al detectar el problema, abandonó el camión, tomó un autobús a Bilbao y de ahí otro a Madrid. Vamos, que se bajó del barco en cuanto se hundía. Una actitud que deja claro que la tecnología no sustituye el juicio ni la responsabilidad: no basta con seguir instrucciones; hay que saber cuándo parar y asumir las consecuencias.
  • El empresario: cogió su coche y se plantó en Bilbao. Su prioridad era doble:
    1. Que la mercancía -la plaza de toros portátil para las fiestas de Orozko- llegara a destino.
    2. Recuperar el camión al menor coste posible. Las primeras opciones, dado el alto precio de la grúa, eran salvar la cabeza tractora y desguazar el semirremolque. 
  • La comunidad. Contra todo pronóstico, seis vecinos del pueblo, curtidos en trabajos forestales, lograron recuperar el vehículo en tiempo récord, bajando el camión durante tres o cuatro kilómetros marcha atrás. Estos vecinos han mostrado su compromiso con la comunidad.
Al final, la historia demuestra que los problemas complejos no siempre se resuelven con tecnología ni con dinero; muchas veces se necesitan voluntad, experiencia y trabajo en equipo. Gracias a la pericia de los vecinos y a su conocimiento del terreno, el tráiler volvió a la carretera, la plaza de toros llegó a tiempo a Orozko y nos deja la lección de que la tecnología no siempre te lleva a donde quieres ir

Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te llevará allí  (frase atribuida a Lewis Carroll) o nuestra más castiza:  "Quien no sabe a dónde va, cualquier camino le sirve.”

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30 agosto, 2025

 

La especialización: la gran lección del rey de las alubias

 


La historia del rey de las alubias

En 1993, con 23 años, Roberto Ruiz se hizo cargo del Café Frontón de Tolosa. Era joven, inexperto en comparación con los gigantes de la cocina vasca que ya brillaban en el mundo. Un consejo marcaría su rumbo profesional. 

El crítico gastronómico Rafael García Santos, le dio un consejo que convertiría en su mantra empresarial. 

“Si no va a ser usted un gran cocinero, ¡especialícese!”

Roberto Ruiz, lejos de tomárselo mal, entendió la clave debía centrarse en algo y hacerlo mejor que nadie. Tenía que encontrar su propio océano azul, que fueron las alubias de TolosaLa especialización consiste en desarrollar y ofrecer un producto o servicio único, con valores añadidos específicos que lo hacen incomparable en el mercado.

El método de la paciencia

Roberto Ruiz junto al técnico agrícola Martín Mantxo Uriz, se lanzó a un proyecto casi quijotesco: cocinar y catar las más de 2.000 variaciones de alubia tolosana que crecían desperdigadas en los caseríos de la comarca. 

Durante dos años, todos los jueves, en un ritual casi monástico, cocinaba veinte tipos distintos de alubia. Las cocinaba siempre igual: agua, sal y paciencia. Luego, cuchara en mano, cataban con atención forense. Observaban la textura, el brillo, la untuosidad del caldo, el sabor que quedaba en boca. Una selección darwiniana aplicada a la gastronomía

Así fue la selección. En 25 años que regentó el Café Frontón de Tolosa, Roberto Ruiz se ganó el título no escrito, pero reconocido por todos: el rey de las alubias.

La lección de la especialización

La apuesta de Roberto Ruiz fue sencilla y a la vez radical: ser el mejor en un plato concreto, convertir las alubias tolosanas en una experiencia gastronómica con identidad propia.

Ese camino de especialización encierra una lección profunda para la hostelería y los pequeños comercios:

  • La abundancia dispersa: Querer hacerlo todo suele diluir esfuerzos y calidad.
  • La especialización concentra valor: Cuando un negocio se centra en lo que sabe hacer mejor, crea una marca sólida y diferenciada.
  • La identidad fideliza: En un mundo donde todo se parece, ser “el sitio de las alubias”, “la tienda del pan de masa madre” o “la librería del ensayo filosófico” es lo que genera recuerdo, comunidad y prestigio.

Roberto Ruiz no pealaba en la liga de Juan Mari Arzak, Pedro Subijana... el buscó la ser un especialista. Y esa diferencia le permitió encontrar su nicho. 

¿Qué nos enseña para los negocios de hoy?

  1. No intentes competir en todo. Elige tu bandera. Un bar que quiere tener 30 platos diferentes en la carta, probablemente no destaque en ninguno. ¿Cuál es tu producto estrella? Mejor ser el templo de las croquetas, la cafetería del mejor cappuccino o la tienda de quesos locales.
  2. La especialización genera recuerdo. Cuando alguien piensa en alubias en Tolosa, piensa en Roberto Ruiz. Si piensas en Caracoles, te viene a la cabeza Casa Bofarull (Barcelona)… 
  3. La diferenciación atrae clientes. En un mercado saturado, los clientes buscan autenticidad y expertos. Prefieren el comercio que es especialista en algo antes que el que ofrece “de todo un poco” sin personalidad.
  4. La identidad crea comunidad. Un negocio especializado no solo vende: educa, conecta y fideliza. La gente recomienda al que domina su producto, porque confía en él.
  5. Crea relato: cuenta por qué haces lo que haces. La historia de Ruiz y las alubias es tan importante como las alubias en sí.

El mensaje para hostelería y pequeños comercios

En un mundo donde las grandes cadenas compiten en precio y volumen, los pequeños negocios no pueden ni deben jugar ese partido. Su fuerza está en la especialización, en crear experiencias únicas y en ser referentes de algo concreto. Ayer lo veíamos con dad siempre bueno y no os equivocaréis nunca

“Si no va a ser usted un gran cocinero, ¡especialícese!”.

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29 agosto, 2025

 

Dad siempre bueno y no os equivocaréis nunca

 



Dad siempre bueno y no os equivocaréis nunca

Esta frase sencilla, "dad siempre bueno y no os equivocaréis nunca", condensa, en pocas palabras, una estrategia de negocio que hoy llamaríamos orientación al cliente basada en la calidad percibida. Creo que es una máxima aplicable tanto a un negocio de hostelería como a cualquier pequeño comercio.

¿Qué significa "dar siempre bueno"?

En un bar o en un pequeño comercio “dar siempre bueno” se traduce en:

  1. Producto: materia prima de calidad, frescura, preparación cuidada.
  2. Servicio: trato cercano, honesto y agradable.
  3. Experiencia: ambiente auténtico, hospitalidad constante.

En otras palabras: no engañar al cliente, cumplir lo prometido y mantener la consistencia. Esta práctica genera confianza, un intangible que, en mercados saturados, se convierte en uno de los activos más valiosos.

No confundas "dar siempre bueno" con dar caro. Hacer una tortilla de patata excelente o hacer una tortilla de patata mediocre, cuesta muy parecido. 

Ventajas de dar siempre bueno

1.- Genera confianza. En el pequeño comercio, donde la relación suele ser personal, la reputación se construye con cada transacción. Si "siempre das bueno", el cliente no necesita comprobar ni comparar: sabe que no le vas a fallar. La confianza es el pegamento de las relaciones duraderas entre cliente y empresa.

Ejemplo: una panadería de barrio que siempre ofrece pan recién hecho a la misma hora. La gente ajusta su rutina a esa certeza. Me viene a la cabeza un bar donde religiosamente, a las 6 de la tarde sacan una tortilla recién hecha.

2.-  Fidelización y marketing boca-oreja: La calidad constante alimenta el word-of-mouth,  uno de los canales más poderosos y baratos de promoción. 

Ejemplo:  “Si quieres buen bacalao al pil-pil, vete a X, nunca falla.”

3.- Diferenciación frente a grandes cadenas

Las grandes superficies pueden competir en precio o variedad, pero el pequeño comercio gana en confianza, autenticidad y calidad percibida. “Dar siempre bueno” se convierte en una propuesta de valor difícilmente imitable para una multinacional.

Ejemplo: ¿Podría alguna franquicia de hostelería servir raciones de jamón Joselito? 

4.- La puerta hacia un negocio centenario.

En Bilbao -y en tantas ciudades-  imagino que en todas las ciudades-, se están perdiendo los comercios de toda la vida, muchos de ellos identificados con el apellidos de sus fundadores. Sin embargo, "dar siempre bueno" es el camino más seguro para alcanzar la categoría de negocio centenario.

Ejemplo: La Viña del Ensanche, que está a punto de cumplir cien años, ha sabido sostenerse gracias a esta filosofía. 

Es cierto: el bar del ejemplo tiene una ubicación magnífica. Eso ayuda, pero no lo explica todo. Muchos locales con emplazamientos privilegiados acaban cerrando porque descuidan lo básico. La ubicación atrae la primera visita, pero lo que asegura la repetición es, “dar siempre bueno”.

Jugando con la frase de "dar siempre bueno", que os parecen estos consejos:

  • Dar malo = pan para hoy y hambre para mañana.
  • Dar regular = lotería cada vez que entra un cliente.
  • Dar siempre bueno = plan de pensiones a largo plazo.



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28 agosto, 2025

 

Carritos de la compra con lupa incorporada


¡Carritos de la compra con lupa incorporada!, en varios supermercados europeos han comenzado a incorporar una lupa a los carritos de compra, una solución aparentemente sencilla, pero cargada de significado en términos de diseño inclusivo, experiencia de cliente e innovación incremental.

¿Qué problema resuelve?

Las etiquetas de los productos incluyen cada vez más información (nutricional, ingredientes, advertencias, alérgenos), muchas veces en tipografías diminutas. Esto genera una barrera de acceso a la información para personas mayores o con dificultades visuales.

La lupa integrada en el carrito elimina esta barrera, facilitando un consumo más informado y fomentando la autonomía del comprador.

¿Qué nos enseña esta novación?

  1. Innovación incremental y de bajo coste. No toda innovación tiene que ser ni disruptiva ni tecnológica; muchas veces, las soluciones incrementales generan un impacto directo y sostenido en la satisfacción del cliente.
  2. Diseño centrado en el usuario. Un buen diseño debe ser “invisible” en su complejidad y "visible" en su utilidad. La lupa es un ejemplo perfecto de cómo la ergonomía y la empatía se integran en un objeto cotidiano.
  3. Experiencia de cliente como ventaja competitiva. Las empresas deben diseñar experiencias memorables más allá del producto. Este detalle convierte la compra en una interacción más cómoda y humana, reforzando la percepción positiva de la marca.
En un contexto en el que solemos asociar innovación con inteligencia artificial, big data o soluciones digitales, este ejemplo recuerda que la verdadera innovación también reside en los pequeños detalles que reducen fricciones y aumentan la accesibilidad.

El buen diseño es aquel que mejora la vida sin que apenas nos demos cuenta.

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27 agosto, 2025

 

Haz lo que puedas, con lo que tengas donde estés

 


Hace exactamente un año hablé del círculo de preocupación y círculo de influencia, de Stephen Covey. Hoy vuelvo sobre el tema, con un enfoque más práctico, lo que puedo controlar y lo que no puedo controlar.

En la vida cotidiana, muchas veces centramos nuestra energía en aquello que está fuera de nuestro alcance: opiniones ajenas, errores del pasado o eventos futuros

  • Lo que está en mi control: mis pensamientos, mis decisiones, mi actitud, mis límites, mi esfuerzo, mi crecimiento personal... Todo aquello que puedo cultivar y transformar.
  • Lo que está fuera de mi control: los juicios de los demás, los rumores, el pasado, el comportamiento ajeno… elementos que no puedo cambiar, pero sí puedo elegir cómo me afectan.
Este sencilla clasificación, nos ayuda a enfocarnos en lo esencial, a vivir con mayor serenidad y a tomar decisiones más alineadas con nuestro bienestar.

Invierte tu energía en lo que sí puedes controlar.

"Haz lo que puedas, con lo que tengas, donde estés."
Theodore Roosevelt

Yo, tengo la fortuna de contar con alguien que me inspira a recordar que la verdadera fuerza está en la sencillez de lo práctico.

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26 agosto, 2025

 

Igualitarismo

 


Esta semana, he cogido un taxi en una ciudad del norte de España y, durante el trayecto, el conductor pronuncio con resignación una frase que se me quedó grabada:

“Da igual el esfuerzo que haga, no voy a progresar.”
Detrás de esas palabras había una historia marcada por límites muy concretos. El taxista, me contó, que solo puede ser propietario de una licencia  -la normativa municipal no le permite tener más de una- y únicamente él puede conducir su taxi. No está autorizado a contratar a un asalariado que mantenga el taxi en funcionamiento más horas. Además, su jornada está regulada al detalle: número máximo de horas de conducción, obligación de descansar un día entre semana (preestablecido) y de librar un fin de semana de cada dos. Como si fuera poco, las tarifas están fijadas, de modo que no puede ajustar precios para mejorar ingresos.

Pero las barreras no terminan ahí. La propia actividad del taxi además de regulada está contingentada. En cada ciudad existe un número limitado de licencias y, para entrar en el mercado, no basta con tener voluntad o capital para comprar un vehículo: es necesario adquirir la licencia a alguien que abandone la actividad. Este sistema convierte la entrada en un coste elevado y restringido, asegurando que el mercado nunca se expanda libremente.

A esto se suma la presión del colectivo. Como los taxistas saben que la demanda de sus servicios es relativamente fija, han diseñado sistemas para repartirse el trabajo de forma equitativa. Cuando llamamos a una asociación de taxis, las aplicaciones están diseñadas para garantizar que todos los asociados trabajen lo mismo y que nadie “rompa” el equilibrio. La diferencia entre el app de un taxi y la de un VTC es reveladora: mientras las apps del taxi distribuyen el trabajo, las de los VTC priorizan la optimización del servicio al pasajero, empujando a sus conductores a competir por disponibilidad y rapidez.

En este contexto, comprendí por qué aquel hombre afirmaba que nunca progresaría. Aunque ponga todo su empeño, las normas del sistema y la lógica colectiva lo encierran en un marco del que no puede salir.

Y aquí surge la reflexión más profunda. Los libros de autoayuda repiten que todo depende de la voluntad, la disciplina y la constancia. Pero este autónomo se ha topado con un muro más sólido que cualquier falta de motivación: unas políticas que, bajo el nombre de igualitarismo, limitan las posibilidades de superación personal.

El igualitarismo sostiene que aumentar la igualdad social y económica mediante la redistribución de bienes y rentas mejora las sociedades y eleva el valor del mundo en su conjunto. Sin embargo, el caso de este taxista muestra la tensión evidente: ¿hasta qué punto estas políticas, diseñadas para equilibrar, no se convierten también en un freno al progreso individual?

Esta anécdota revela una verdad incómoda: en nuestra sociedad, el trabajo, el ahorro y el emprendimiento han dejado de ser valores sociales.

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