31 agosto, 2022
El final del verano de 2022
Este agosto de 2022 he seguido siendo fiel a mi costumbre de publicar un post diario. Al escribir un blog con poca (o ninguna repercusión) y además anónimo... bueno un blog con seudónimo (seudónimo vs anónimo), no tengo "presión". Pero he de reconocer que el escribir todos los días es algo gratificante. Termino agosto leyendo, aún no lo he terminado, el libro Los vencejos de Fernando Aramburu, donde el protagonista escribe todos los días. Además escribe de lo que a él le importa. Por eso en agosto, me suelo alejar un poco del marketing -mi pasión- y escribo sobre pequeñas cosas que veo y me llaman la atención. Sobre una pescadería modesta que descubro paseando, un emprendedor con su furgo bici, sobre el comercio como refugio climático, sobre alcohol y fiesta, un truco para ser un buen anfitrión (truco que me lo he apuntado), sobre un modesto photocall de una hamburguesería de barrio, sobre un viejo cajero automático de vídeos y las leyes absurdas...
De todas las ´formas de crear contenido, el blog sigue siendo la que más me gusta. Os cuento un pequeño triunfo que me auto-atribuyo, aunque no puede decir que sea casualidad y causalidad. El 6 de agosto criticaba a mi ayuntamiento por dejadez. Unas hierbas debajo de unos arboles se había desmadrado. A los dos días de publicarlo ¡el problema estaba solucionado!
Me dice una buena amiga, que cada vez escribo mejor, me gustaría pensar que es producto de la práctica, este es el post 1670 (el ego siempre funciona -técnica MICE)- en lugar de pensar que me toma el pelo.
Sé que debería haber titulado el final de agosto en lugar del verano... pero es que mañana 1 de setiembre tras contar un par de anécdotas a los compañeros de trabajo empezaremos la carrera de la rata.
¡A por el nuevo curso!
Etiquetas: ego