22 agosto, 2025
Kas limón: arma de destrucción masiva, fritanga: bien cultural
Hoy es el día grande de las Fiestas de Bilbao, Aste Nagusia 2025. Y, como siempre, la fiesta viene con su manual de instrucciones no escrito: normas rígidas para los ciudadanos indefensos… y una anarquía perfectamente tolerada dentro del recinto festivo.
- Ejemplo número uno: multazo de 400 € a dos jóvenes por beber un Kas de limón sentados en un banco. Peligrosísima amenaza para el orden público: todo el mundo sabe que una lata de Kas limón, en manos expertas, es un arma de destrucción masiva.
- Ejemplo número dos: la policía municipal reconoce sentirse “impotente” para frenar la venta ambulante de comida en el recinto festivo. Allí, la ley se sustituye por el “hágase la vista gorda”.
Y lo más curioso es que no se trata de un fenómeno oculto o clandestino. No, ellos se colocan a la vista de todos, en los mejores rincones, como si tuvieran plaza fija en el mercado: con sus tenderetes, sus parrillas, bombonas de gas, sus mesitas improvisadas… y bandejas de fritanga circulando sin control, con el riesgo sanitario que eso conlleva. ¿Por qué no se les requisa ni se les multa cada noche?
Muy sencillo: la policía municipal se limita a vigilar la puerta del recinto, no vaya a ser que se cuele un Kas de limón subversivo. Prefieren no entrar para no incomodar a quienes, durante una semana al año, convierten la fiesta en su feudo particular. Y así, lo que fuera sería ilegal, dentro se convierte en “tradición popular”. Como en el viejo Oeste, pero con txosnas -donde se puede sólo se puede pagar en metálico-.
El resultado es una paradoja digna de estudio: sanciones fulminantes a los blanditos del Kas limón y tolerancia infinita hacia el chiringuito ilegal de turno. Bilbao, la ciudad donde la ley se pone y se quita según quién agite la botella y dónde se descorche.
¿No habrá que replantearse el modelo de fiestas, más descentralizado, menos basado en el modelo alcohol y fiesta ...? Donde tomarse un refresco de limón no sea delito y la venta ambulante de comida, no lo consideremos patrimonio cultural.
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