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01 septiembre, 2025

 

Intento de robo del buque cablero Living Stone en La Naval (2017)


Ayer comentaba cómo un conductor, que siguió ciegamente las indicaciones de su GPS, atascó un camión en una pista forestal y posteriormente se dio a la fuga. No sé por qué, pero esa noticia me ha traído a la memoria otra historia, quizá aún más surrealista: la de unos empleados muy voluntariosos que intentaron robar un barco. Y creo que merece ser contada.

Contexto: La Naval, DEME-Tideway y el Living Stone

El Living Stone es un buque cablero multipropósito encargado en enero de 2015 por la compañía holandesa Tideway (filial del grupo belga DEME) al astillero La Naval de Sestao (Vizcaya). Se trataba de un encargo cuya entrega estaba prevista para el primer semestre de 2017.

Cumplido el plazo de entrega, el barco distaba mucho de estar finalizado: aún quedaban entre seis y siete meses de trabajo debido a los continuos retrasos. En paralelo, La Naval atravesaba una grave crisis financiera: había entrado en preconcurso de acreedores con un pasivo de 150 millones de euros y debía declararse en concurso formal antes del 7 de octubre de 2017.

Los armadores temían que la suspensión de pagos paralizara indefinidamente la construcción. En el caso de Tideway, la preocupación era máxima: el Living Stone podía quedar atrapado en el concurso, sin poder terminarse ni recuperarse, y sin derecho a penalizaciones por retrasos. Ese callejón sin salida dio lugar a un insólito incidente en septiembre de 2017.

El intento de robo nocturno (20 de septiembre de 2017)

En la noche del 20 al 21 de septiembre de 2017, seis operarios vinculados a Tideway accedieron clandestinamente al muelle de La Naval y subieron a bordo del Living Stone con la intención de llevárselo ría abajo.

La escena parecía sacada de una película de robos. En plena oscuridad, un equipo de 6 personas, comenzaron a cortar cabos y conexiones que mantenían al buque sujeto al muelle. El plan era remolcarlo de forma encubierta, aprovechando que ya había sido botado el año anterior, aunque aún no estaba terminado ni entregado.

En las cercanías de Santurtzi aguardaban dos remolcadores belgas, llegados desde Holanda, dispuestos a sacar el barco al mar. No obstante, carecían de autorización para operar en la ría, donde solo la flota local de Bilbao puede realizar maniobras de este tipo.

Los vigilantes de seguridad descubrieron la maniobra alrededor de medianoche, cuando observaron cómo se cortaban los amarres y la escala de acceso. Alertaron al comité de empresa y a la dirección, y estos a la policía.

En pocos minutos, representantes sindicales, trabajadores y agentes de la Ertzaintza irrumpieron en el muelle y sorprendieron a los intrusos in fraganti. Ya solo quedaba un cabo por cortar cuando se frustró el plan. Si hubieran soltado ese último amarre, el Living Stone habría quedado a la deriva en la ría del Nervión, pues los remolcadores aún no habían subido hasta Sestao.

La intervención policial abortó el intento de robo. Los técnicos habían retirado la pasarela, por lo que fue necesario incluso emplear una grúa para bajarlos del buque. El representante local de Tideway supervisaba la operación desde tierra firme.

Intervención policial e identificación de los responsables

La Ertzaintza identificó a todos los implicados: los seis operarios a bordo y el representante del armador en tierra. También constató que los remolcadores extranjeros habían solicitado atracar en Santurtzi sin declarar sus verdaderas intenciones.

La Naval presentó denuncia formal contra DEME-Tideway y los sindicatos anunciaron que podrían sumarse como parte acusadora. El comité calificó la maniobra de “hecho gravísimo”, denunciando el peligro generado para la seguridad de los trabajadores y el tráfico marítimo.

El alcalde de Sestao calificó el episodio de “kafkiano” y “ridículo”, por la temeridad de actuar por la fuerza mientras aún se negociaba. DEME, por su parte, intentó minimizar el incidente alegando que fue una “decisión unilateral” de su representante en Euskadi. Tras el escándalo, La Naval prohibió la entrada a cualquier empleado del armador hasta que se aclarasen responsabilidades.

Consecuencias legales y económicas del intento de robo

Legalmente, el caso derivó en diligencias penales. Las actuaciones podían encuadrarse como delitos de hurto, usurpación o incluso contra la seguridad marítima. Aunque el desenlace judicial no trascendió, el intento de “robar” un barco en construcción dañó seriamente la reputación de La Naval.

Además, los operarios saboteadores provocaron cortes en instalaciones eléctricas y de gas, lo que retrasó aún más los trabajos.

Económicamente, el suceso precipitó un acuerdo de urgencia: La Naval y DEME-Tideway pactaron terminar el Living Stone fuera del astillero, en un muelle de Santurtzi. DEME pagó unos 10 millones de euros, que sirvieron para abonar nóminas atrasadas y pagar a proveedores. A cambio, se garantizó la participación de la plantilla de La Naval en la finalización del buque, con supervisión del Gobierno Vasco.

Finalmente, en 2018 el Living Stone fue entregado y entró en servicio en proyectos internacionales de instalación de cables submarinos. Tiene una eslora de 161 metros y una manga de 32,20 metros.


Dos ideas para reflexionar

  1. El golpe en la mesa: entre la valentía y el riesgo. En ocasiones, una negociación bloqueada solo avanza cuando alguien se atreve a dar un paso drástico, un “golpe en la mesa” que rompe la inercia. Ese gesto puede nacer de la desesperación o de la convicción, y a veces consigue abrir caminos que parecían cerrados. Pero no hay que olvidar que es un arma de doble filo: lo que puede convertirse en un punto de inflexión hacia la solución también puede acabar dinamitando cualquier posibilidad de acuerdo. La lección está en medir el momento, el alcance y las consecuencias antes de lanzarse.
  2. Cuando la lealtad empuja más que el miedo. El episodio del Living Stone revela algo profundo: hay trabajadores capaces de jugarse la piel por su empresa. ¿Qué les mueve a hacerlo? ¿obediencia, presión, orgullo, lealtad, sentido de pertenencia, pura necesidad de actuar...? Una acción como el robo del Living Stone tiene un aire de épica: mientras dura, se vive como un acto heroico. Pero si la jugada fracasa, la épica se desvanece y aparece el sálvese quien pueda: distancias, negaciones y dedos que señalan a un único culpable. 

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