17 noviembre, 2025
Turrón para perros
La histórica marca de turrones El Lobo, con casi 300 años de tradición y 11 generaciones defendiendo una receta icónica, ha decidido este año cometer, a mi juicio, uno de esos errores que en cualquier manual serio de marketing aparecen en la sección de “lo que jamás debe hacerse”.
Sí: han lanzado un turrón para perros con su marca. Tal cual.
Entiendo la tentación: más mascotas que nunca, consumidores humanizando animales, el mercado pet friendly creciendo a doble dígito… Todo eso es cierto. Pero una cosa es aprovechar tendencias y otra es perder completamente el sentido común. Han olvidado que el turrón tiene un gran significado cultural, histórico y simbólico: nostalgia, memoria, celebración, abundancia, identidad cultural…
Marcas sólidas como Nestlé operan en alimentación animal… pero lo hacen bajo marcas distintas, como Purina. Aquí se ha ignorado un principio básico: no mezclar la categoría de alimentación humana con la de alimentación animal. No solo por seguridad —que también— sino por coherencia de marca.
¿Por qué es importante? Porque, como señala David Aaker, no se debe comprometer el capital simbólico de la marca madre entrando en una categoría que no le pertenece. Cuando una marca con tanto capital emocional se desvía hacia territorios que no le son propios, corre el riesgo de generar disonancia y erosión del significado de la marca.
El Lobo, en cambio, ha decidido que su marca —ligada a tradición, repostería navideña y consumo familiar— puede servir indistintamente para humanos y para perros. Una confusión de categorías que no solo es torpe, sino peligrosamente amateur.
Como consumidor y como alguien que espera un mínimo de coherencia en las decisiones de marketing, lo tengo claro: este año, como siempre, turrón sí, pero El Lobo no entra en mi casa.
Que experimenten todo lo que quieran… pero no a costa de diluir casi tres siglos de reputación por un experimento canino mal planteado.
Postdata: El tiempo dictará sentencia: o este “turrón perruno” acaba expuesto en el Museo del Fracaso, junto a productos como la pasta de dientes Colgate sabor lasaña, o resulta ser un éxito inesperado… y entonces me tocará comerme mis palabras.
Etiquetas: diversificación, innovación

