08 agosto, 2025
Tu marca necesita un enemigo
Tu marca, lo quieras o no, tiene enemigos. Veamos el aspecto positivo.
En la literatura empresarial, diversos autores nos hablan de las bondades de tener un enemigo, para que tus clientes puedan luchar contra alguien.
Al Ries y Jack Trout, en Marketing Warfare (1986), sostienen que, en marketing -como en la guerra-, tener un enemigo visible une y motiva a tus seguidores. Esta estrategia fomenta el compromiso emocional (véase Kotler y Keller, Marketing Management, 15.ª ed.), al dar a los consumidores algo más que un producto: una causa.
Seth Godin también menciona en Tribes (2008) que las tribus necesitan una causa para luchar, y que, a veces, un enemigo claro refuerza la identidad del grupo.
Ahora comprendes por qué los políticos intentan polarizar la sociedad: el ser humano organiza sus lealtades en torno a identidades grupales. El clásico "ellos contra nosotros" crea cohesión interna.
En marketing, tenemos numerosos ejemplos de enemistades históricas:
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Coca-Cola vs. Pepsi: La rivalidad ha alimentado décadas de campañas icónicas (¿recuerdas el Pepsi Challenge? Esta exitosa campaña, lanzada en 1975, demostró que los consumidores preferían Pepsi a Coca-Cola en pruebas de sabor a ciegas).
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Nike vs. Adidas: Ambas marcas se presentan como culturas deportivas opuestas: el desafío personal frente a la innovación de equipo.
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Apple: Desde su famoso spot 1984, dirigido por Ridley Scott, Apple se posicionó como el rebelde frente al "Gran Hermano" (IBM).
Crear un enemigo puede ser una herramienta poderosa, pero debe manejarse con inteligencia. Si la rivalidad se vuelve tóxica, puede alienar a potenciales clientes. El enemigo debe funcionar más como símbolo de lo "anticuado" o "convencional" (como IBM o Android) que como un ataque personal.
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